El exitismo sigue siendo parte de nuestra cultura deportiva. En el último Mundial jugado , Argentina alcanzó el subcampeonato, un logro que, más allá de la dura derrota frente a España, sirvió para ocultar problemas estructurales que persisten hasta hoy.
En la reciente AmeriCup ocurrió algo similar: una victoria frente a Puerto Rico y un triunfo ante un equipo alternativo de Canadá generaron la ilusión de que seguimos siendo competitivos a nivel internacional. Sin embargo, la realidad indica que estamos lejos del nivel europeo.
No se trata de cuestionar a las nuevas generaciones, sino de asumir un contexto: Facundo Campazzo tendrá 36 años en el próximo Mundial, Nicolás Laprovittola llegará con 37 y viene de una inactividad prolongada, mientras que Luca Vildoza estuvo ausente por distintos motivos. Ante este panorama, es positivo comenzar a formar nuevos bases. En este sentido, Pepe Vildoza tuvo un torneo bárbaro,(aunque con excesiva convivencia con en balon), en la conducción, y Juani Marco mostró recursos en los minutos que dispuso.
El verdadero problema está en otro plano: la reconstrucción. En el último año hubo más rotación de entrenadores que recambio de jugadores, una situación que imposibilita cualquier proyecto serio. Sin una conducción estable y presente, no hay progreso posible.
Tampoco se puede ignorar que el equipo estuvo al borde de la eliminación ante Colombia y que, salvo Italia, los amistosos europeos no presentaron rivales de jerarquía. El nivel de la AmeriCup fue bajo, tanto en calidad individual como colectiva. Incluso Brasil mostró limitaciones tácticas, fue muy previsible en su juego, la final fue realmente mala. Evidenciando en datos como haber lanzado un solo tiro libre en 20 minutos, sin el más mínimo, juego interior.
El futuro requiere continuidad y planificación, no concentraciones esporádicas. Es necesario desarrollar jugadores en posiciones determinantes, como el caso de los internos, y dotarlos de mayores recursos ofensivos.
Es imposible con este material, jugar contra los europeos. (En Grecia juega Antetokounmpo)
De cara a las próximas competencias, hay aspectos positivos: el crecimiento de Nicolás Brussino en la toma de decisiones, la experiencia de Juan Fernández en la liga española, fue notoria, el potencial físico de Corbalán, aunque con carencias técnicas que demandan trabajo específico, como más porcentaje en tiro a distancia, y más manejo del balón, para el puesto.
El problema central sigue siendo el método. La reconstrucción no consiste en convocar jóvenes, sino en sostener un proceso integral. Las últimas actuaciones en categorías formativas U16 y U17 —con un promedio de duodécimo puesto— son una señal de alarma sobre la falta de planificación y detección de cuerpos y talentos.
El desafío es abandonar el conformismo y asumir que barrer los problemas bajo la alfombra solo retrasa el verdadero cambio que el básquet argentino necesita.
Abrazos, amigos
Huevo Sanchez